jueves, 7 de mayo de 2009

“HASTA CUANDO SEGUIREMOS SIENDO VICTIMAS DE ESTA GUERRA SIN SENTIDO”

Deseo iniciar mi análisis recordando que no podemos olvidar que el hombre es el único ser que posee historia y que hace historia. Los seres no inteligentes viven en el tiempo, pero el devenir no es para ellos historia, más bien es pura sucesión, tener conciencia del tiempo es tanto como conocer la posibilidad de transformarnos y de transformar nuestro entorno.

Por consiguiente he querido citar lo sucedido en la Revolución Francesa, que muchos perciben sólo como un alzamiento del pueblo harto de sometimientos e injusticias que, exasperado, supuestamente tomó heroicamente la poderosa y simbólica fortaleza de La Bastilla.

Puesto que el pueblo se enardeció, pero las ideas inspiradoras eran plenamente burguesas, la mayoría de sus dirigentes fueron hombres de la burguesía francesa y fueron muchos los nobles que apoyaron entusiastamente la protesta generalizada y desbordada contra la incompetencia y la indiferencia de la Monarquía en su lejano paraíso versallesco. La gran mayoría de la nobleza francesa no vivía en Versalles, ni siquiera en Paris. Después la Revolución, emocionada por La Marselleses y aterrorizada por la guillotina, se les fue de las manos a girondinos y jacobinos y terminó pariendo un dictador férreo que además se auto coronó Emperador y, tras su caída, fue heredado por varias décadas de Monarquía.

Así mismo, la Bastilla nunca fue tomada por las enardecidas masas; su Comandante simplemente abrió las puertas a la masa enfebrecida, puesto que en la fortaleza-prisión sólo había unas pocas decenas de soldados y tres o cuatro prisioneros políticos y pertenecientes a la nobleza. La Bastilla no era prisión para las personas de la baja sociedad sino una especie de reservorio para prisioneros distinguidos y a la orden de la Corona. No hubo toma, fue simplemente un paseo.

Incluso hablar de igualdad en un sistema cuyo fundamento social y político es esencialmente oligárquico no pasaría de ser un escarnio. En cuanto a la fraternidad, esa flor que, como todo el mundo sabe, se desarrolla pródigamente en la sociedad competitiva y materialista alumbrada por el capitalismo moderno, bastará con remitirse a las calamidades y matanzas que el nuevo régimen perpetró para consolidarse si se quiere comprender su exacta significación. Pero el elemento central del sistema burgués a la hora de articular su régimen político, y el que suscitaría, alternativamente, el apoyo y el recelo de las capas subordinadas de la población, fue, sin duda, el concepto de democracia.

Tal vez fuera el infortunado Varlet quien mejor retrató a la izquierda jacobina, a los “patriotas” revolucionarios, cuando en las páginas de su periódico les dedicara estas palabras: “Ayer no teníais otra cosa que un comercio minúsculo, y hoy tenéis almacenes inmensos; ayer no erais sino empleados insignificantes de oficinas y hoy armáis barcos de guerra; ayer vuestra familia tendía la mano al primer llegado, y hoy hace alarde de un lujo insolente. En verdad que ya no me sorprende que haya tantas personas amantes de la Revolución; les ha proporcionado un buen pretexto para acumular patrióticamente y en poco tiempo riquezas sobre riquezas”.

Además la idea de no formar más que una sola clase de ciudadanos habría gustado a Richelieu; esa superficie igual facilita el ejercicio del Poder. Varios reinados de un gobierno absoluto no habrían hecho tanto por la autoridad real como este único año de Revolución”. En aquellas breves líneas estaba condensado de manera magistral y con muchas décadas de adelanto el trasfondo del nuevo Poder y la naturaleza de la nueva sociedad que las revoluciones burguesas iban a alumbrar.

De hay que en Colombia se toma como punto de referencia este modelo de la revolución Francesa, que lo único que le ha dado de contribución al país es construir alternativas frente a los peligros de un capitalismo sin límites; que lo único que a hecho es enmarcar en las memorias de los colombianos dolor y vergüenza frente a la tragedia humanitaria que se vive hoy en día en nuestro país, que oprime a la población civil y se niega a los principios más elementales de la dignidad humana.

Por consiguiente, condeno a la práctica del secuestro, realizada por las FARC, las otras guerrillas, los paramilitares, algunos miembros de la fuerza pública y la delincuencia común. El secuestro es en sí mismo un crimen atroz, que conduce al agotamiento físico y a la muerte social de las personas afectadas.

En consecuencia, absolutamente nada, puede justificar esta práctica. Tampoco los otros crímenes (atentados, amenazas, asesinatos, masacres) cometidos contra la población civil, por parte de grupos armados ilegales o por miembros de las fuerzas armadas y de policía, cuyas estrategias exclusivamente guerreristas los han conducido a desvirtuar su proyecto político y ético inicial.

Entonces resulta que las actitudes irresponsables e inaceptables del gobierno colombiano en relación con: su rechazo al reconocimiento del conflicto armado y a la consecuente aplicación de los principios del Derecho Internacional Humanitario, el sufrimiento que le ocasiona a las familias de los secuestrados anunciando continuamente las operaciones militares de rescate, los insultos y las acusaciones dirigidos a la oposición democrática que los convierte en objetivo potencial o real de los grupos paramilitares, la aceptación tácita de la connivencia entre éstos, los narcotraficantes y los dirigentes políticos en un contexto donde la justicia es incapaz de traducir concretamente a los principios de verdad, reparación integral y de no repetición.

También me atrevo a condenar algunos miembros de la Comunidad Internacional, en particular las del gobierno de los Estados Unidos que, con los Planes "Colombia", "Patriota" y "Consolidación", le suministran al gobierno colombiano los medios militares y financieros para que continúe con una guerra que ha atravesado todas las fronteras de lo inhumano. Por su parte, la Unión Europea no cesa de cerrar los ojos frente a esta tragedia humanitaria, en nombre de intereses económicos que no son discutidos públicamente.

La crisis humanitaria en Colombia se perpetúa, como lo demuestran los informes de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. ¿Es necesario recordar que Colombia tiene más de 3.000 personas secuestradas – de las cuales un poco menos de un tercio está detenida por las FARC, 30.000 víctimas de desaparición forzada – esencialmente por la acción de grupos paramilitares y 3,9 millones de desplazados?

La situación de Colombia cada vez es mas complicada por que cada parte esta manteniendo la posición del mas fuerte y de quien hiere mas, dejando de lado la verdadera razón de ser. “La Vida”, muestra de esto es que, a pocos días de haber dejado en libertad cuatro secuestrados llamados también Canjeables, nuestro gobierno da muestra de la indiferencia que lo ha caracterizado frente al tema de los secuestrados, la violencia, que se vive actualmente en Colombia y agradece el gesto de paz, que tubo la FARC por intermedio del Presidente Venezolano Hugo Chávez y La Senadora Colombiana Piedad Córdoba ,con la muerte de uno de sus miembros del secretariado que conforma esta organización al margen de la ley de “Raúl Reyes”.

cabe anotar que el mismo occiso miembro del secretariado de la Farc, era el delegado por el mismo grupo al margen de la ley hacer las negociaciones de intercambio humanitario que abanderaban el presidente Venezolana y la Senadora Piedad Córdoba, en consecuencia este hecho tiene un significado profundo políticamente, ya que están en juego la vida de más de 50 Colombianos que están en manos de las FARC. La muerte de Raúl Reyes es una baja significativa para el actual gobierno, pero también una limitante, ya que ha abusado de su poder y ha irrespetado el Derecho Internacional Humanitario (DIH) y la soberanía del Ecuador. Los entes gubernamentales están pisoteando todos los acuerdos, se está peleando con todos sus países vecinos.

Entonces resulta que en Colombia ¿hay suficiente poder para vivir solos al sur de este continente?, ¿será que Estados Unidos nos puede proteger desde el norte?. Mi preocupación como Colombiana que soy es ver como, la política de seguridad democrática que nos esta llevando a crear más violencia a ser intolerantes, a creer que esta política es la única capaz de solucionar todo el conflicto Colombiano. Olvídenseles que tanto la guerrilla como los paramilitares nos han hecho tanto daño y han derramado sangre inocente a lo largo del país, por qué a unos se les premia y a otros se les castiga, acaso ambos no están buscando el estatus político, será que los que matan y desaparecen un pueblo entero y desplazan miles de familia merecen tener otra oportunidad y el resto no lo merece. o es que tiene menos significado matar, desaparecer, desplazar que secuestrar. Todos son delitos y deberían ser juzgados de la misma manera por estas razones dejo una incógnita a manera de reflexión ¿Qué pasa con las Leyes en nuestro país?

Para finalizar, este análisis lo hago con énfasis en el fracaso de la política de seguridad democrática, que ha sido incapaz de garantizarle la vida a los mas desprotegidos socialmente, con la cual se intenta legitimar todas aquellas acciones gubernamentales mediante el recurso a la guerra contra el terrorismo.

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